Franco en el alarde de Hondarribia (año: 1943) II (crónica)

Crónica del periódico ABC enviada por un lector/a
EL VIAJE TRIUNFAL DEL CAUDILLO
SU EXCELENCIA EL JEFE DEL ESTADO VISITO AYER EL ALBERGUE «BLANCA DE NAVARRA» Y PRESIDIO EL SOLEMNE ACTO DE BENDECIR LA CRUZ DE LOS CAÍDOS, EN FUENTERRABÍA,EN MEDIO DE UN FERVIENTE ENTUSIASMO POPULAR, TANTO EN LOS LUGARES CITADOS COMO EN LOS PUEBLOS DEL TRAYECTO DESDE SAN SEBASTIAN
Los vecindarios en masa de Pasajes y Rentería tributaron al Caudillo un gran homenaje de simpatía y cariño. Magnífico recibimiento en Irún y Fuenterrabía. El solemne acto. Desfile de fuerzas.

Su Excelencia abandona San Sebastián con dirección a Fuenterrabía
Fuenterrabía 8. A las cinco y cuarto de la tarde, el G e n e r a l í s i m o abandonó su residencia de Ayete, para dirigirse a la ciudad de Fuenterrabía , donde se celebraba la inauguración ' de la Cruz de los Caídos', coincidiendo con la fiesta patronal del día de Nuestra Señora de Guadalupe.
E n los pueblos del trayecto, Pasajes y Rentería se elevaban arcos de triunfo, habiéndose congregado al paso del Caudillo todo el vecindario, autoridades y jerarquías , que tributaron al jefe del Estado cariñosísimo recibimiento, prodigándose los vivas a España y a Franco.
En Fuenterrabía, que se encuentra en plenas fiestas, todo el pueblo esperaba la llegada de Su Excelencia, concentrado a la entrada de la ciudad, que aparece engalanada con banderas y gallardetes de los colores nacionales.

Fuenterrabía hace una entusiasta recepción al Caudillo
San Sebastián 8. Esta mañana Su Excelencia el Jeje del Estado permaneció en su residencia del palacio de Ayete, dedicándolo al despacho de los asuntos de su alta jerarquía.
A las cinco y media de la tarde salió con dirección a Fuenterrabía con objeto de visitar la colonia Blanca de Navarra, que sostiene la Diputación de Navarra , y la Caja provincial de Ahorros de dicha provincia. Le acompañaban su esposa e hija, los jefes de sus Casas Militar y Civil, teniente general Muñoz Grandes y Julio Muñoz de Aguilar,respectivamente, y el general Franco Salgado. El paso del Caudillo por los pueblos de pasajes y Rentería fué objeto de manifestaciones delirantes de entusiasmo. Todos los edificios aparecían engalanados y los alcaldes, autoridades y vecindario en masa salieron a rendirle homenaje de simpatía y cariño.
Él Generalísimo llegó a Irún a las seis de la tarde, siendo recibido por el alcalde y concejales,el coronel jefe de Fronteras y demás autoridades civiles y militares, así como las jerarquías del partido. El vecindario irunés dispensó a S. E . un entusiasta recibimiento, rindiéndole honores a la entrada de la ciudad dos centurias del Frente de Juventudes de Irún y una del campamento de Erio.
El Caudillo se trasladó al albergue Blanca de Navarra, donde le esperaban los ministros de Asuntos Exteriores, conde de Jordana; el de Agricultura, señor Primo de Rivera; el capitán general de la sexta región, general Los Arcos; gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Guipúzcoa; gobernador militar de la plaza, comandante de Marina, gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Navarra; la Diputación Foral de Navarra en pleno, presidida por el conde de Rodezno; alcalde de Pamplona, obispos de Pamplona y Vitoria, presidente de la Diputación de Guipúzcoa y otras personalidades. También estaban presentes las esposas del ministro de Asuntos Exteriores, gobernadores civil y militar, del presidente de la Diputación de Guipúzcoa y otras distinguidas damas.
El Generalísimo fué saludado, por el conde de Rodezno brazo en alto y le acompañó en su visita a l a colonia. Una compañía de Infantería con bandera y banda de música le rindió honores y el Jefe del Estado revistó las fuerzas.
Después de permanecer un rato en la citada colonia el Caudillo, acompañado de su esposa e hija, ministros y autoridades y demás personalidades, se dirigió  a la plaza de la Cruz de los Caídos, con objeto de asistir a la bendición de la misma.
En la citada plaza daban guardia de honor los hacheros del alarade, con sus típicas vestimentas; un grupo de muchachos del Frente de Juventudes de la Sección Montanera y ocho remeros, supervivientes del crucero "Baleares".
La llegada del Caudillo fué acogida con entusiásticas aclamaciones e incesantes gritos de ¡Franco y Falange!, desbordándose el entusiasmo de la multitud. El obispo de la diócesis, asistido por el vicario general y el arcipreste de San Sebastián , procedió a la bendición de la Cruz de los Caídos. Los coros de Educación y Descanso de la capital guipuzcoana cantaron, el "Libérame", de Perosi, y seguidamente el alcalde de Fuenterrabía hizo la ofrenda pronunciando breves y emocionadas palabras.
Él Caudillo hizo la invocación con el grito de: ¡Caídos por Dios y por España! que fué contestado con un emocionante ¡Presente!. Finalmente se interpretaron los himnos nacional y del Movimiento, verificándose a continuación el desfile de las fuerzas. Al pasar las compañías daban el grito de: ¡Viva Franco! ¡Arriba España!, al que se sumaban las aclamaciones entusiastas del público.
Terminado el desfile, el alcalde de Fuenterrabía regaló a la señorita María del Carmen Franco una preciosa carabela que adornaba la tribuna desde la cual el Caudillo presenció el desfile.
El Generalísimo fué despedido por la muchedumbre con grandes vítores y aclamaciones, dando la nota altamente simpática un franciscano, a quien Su Excelencia estrechó la mano por tratarse de un ex cautivo que había permanecido durante treinta meses en las prisiones de los rojos. El religioso dio las gracias al Caudillo por su liberación.



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