El año 2014 ha dejado claro el endurecimiento de las condiciones de vida carcelarias de las presas y presos políticos vascos, y a su vez la de sus familiares y amigos/as dado que la dispersión sigue vigente vulnerando sus Derechos Humanos. Desde que en 1987 se empezará a aplicar la política de dispersión, las presas y presos políticos vascos han sido trasladados/as a cárceles cada vez más alejadas de su entorno familiar, cultural y social, tanto en el Estado español como en el Estado francés. Hoy, el colectivo de presos y presas está formado por 463 personas, dispersadas en 76 cárceles.

Son cientos de kilómetros realizados semanalmente, a lo largo de años y años, solo para ver durante unos minutos a sus allegados/as. Esto supone, además de un increíble gasto económico, un desgaste psicológico y físico enorme con durísimas consecuencias, como la muerte. En los primeros seis meses del 2014, más de 25 familiares y amigos/as de presos y presas políticas han resultados afectados/as por 8 accidentes sufridos yendo o volviendo de las visitas (un accidente cada 25 días).

A todo esto hay que sumar los traslados, los cacheos, el acoso a los familiares, el aislamiento al que son sometidos/as, las agresiones físicas, la vulneración del derecho a la salud (presos gravemente enfermos), la negación del derecho a una formación, etc. Y la cadena perpetua que somete a presas y presos que llevan más de 20 años en prisión a condiciones carcelarias que provocan un deterioro físico y psíquico, lo cual significa de facto una cadena perpetua y puede resultar en sí una condena a muerte. En este momento, ya son 35 los presos que han cumplido más de 20 años de prisión.

Y no podemos olvidar la muerte el 5 de febrero de 2014 del preso político vasco Arkaitz Bellon. Dispersado a Andalucía, a 1000 kilómetros de casa y cuando apenas le quedaban unos meses para ser excarcelado. Terrible ejemplo de la crueldad que padecen nuestros allegados/as.

La mejor noticia es el avance del paso firme dado por las y los refugiados vascos que tras años obligados/as a huir, aportaron su hoja de ruta con el objetivo de definir cómo acabar con el exilio para la superación del conflicto político. Desde entonces, han sido decenas las y los exiliados que han vuelto a sus pueblos.

Pero no debemos dejar de denunciar la vulneración de los Derechos Humanos y las políticas de excepción penitenciarias aplicadas a las y los presos políticos vascos, ni las y los exiliados que todavía no han podido volver a casa, ni a la multitud de familiares y amigos/as que siguen siendo víctimas de las políticas represivas de los estados español y francés. Por ello, llamamos a la movilización durante el mes de diciembre mediante diferentes actos, para reivindicar que las y los queremos en casa, y entre todas y todos lo conseguiremos.