Carlos Gebara Urkiola. EH Bildu Hondarribia.-Hace dos semanas mantuvimos la última reunión de portavoces de los grupos políticos del Ayuntamiento de Hondarribia de la recién finalizada legislatura, con la participación de Maribel Vaquero, anterior responsable del departamento de Convivencia de la Diputación Foral de nuestra provincia. En ella, tanto la Sra Vaquero como el Sr Alcalde nos informaron de que el proceso de diálogo destinado a distensionar la situación con vistas a las próximas fiestas sufriría un cambio de rumbo y que a la persona encargada de llevarlo a cabo se le había acabado el contrato, poniendo fin al camino por él iniciado al no haber conseguido esta persona la confianza necesaria por parte de los seguidores de Alarde Fundazioa.

En primer lugar, queremos agradecer públicamente tanto a Maribel Vaquero por mantener su compromiso como a Iñigo Retolaza por la profesionalidad y voluntad demostradas a a la hora de buscar una salida negociada al problema del Alarde.

En segundo lugar, queremos hacer público que no compartimos la decisión tomada. Desde el primer momento, tanto la Diputación de Gipuzkoa como todos los partidos políticos aceptamos inequívocamente una hoja de ruta claramente diseñada que, por primera vez, buscaba dar voz a sectores amplios del pueblo de Hondarribia, no sólo a Jaizkibel Konpainia o a Alarde Fundazioa, pues no debemos olvidar que el Alarde es patrimonio de todos. Ahora, cuando este proceso de diálogo sólo ha cumplido su primera fase y teniendo por delante un interesante camino que recorrer, tanto la Diputación como el Ayuntamiento deciden cancelarlo y explorar nuevas vías. Las razones que se nos han dado para este cambio no nos han convencido y EH Bildu de Hondarribia queremos hacer pública nuestra lectura de los hechos, para que los ciudadanos tengan una información más completa. En nuestra opinión, Diputación Y Ayuntamiento han cedido ante la presión de los poderes fácticos locales, dado que los resultados de las primeras entrevistas mantenidas con el mediador Sr. Retolaza no eran del gusto de Alarde Fundazioa, evidenciando un desequilibrio radicado en lo más hondo de nuestra sociedad y que saca ala luz la asimetría con que se trata a las partes en conflicto, es decir, la sensibilidad de algunos es más tenida en cuenta que la de otros.

De todas maneras, no seremos nosotros los que nos posicionemos en contra de que el diálogo continúe y si el proceso avanza por otros caminos a la hora de buscar una solución negociada y aceptable por todas las partes, bienvenido sea, aunque no nos guste que en la próxima fase los ciudadanos no directamente implicados tengan menor presencia, pues en éstos puede estar la clave de la resolución del conflicto.

El Alarde es un problema de derechos y de igualdad que nos afecta a todos los ciudadanos, y sólamente partiendo de un diálogo racional y distendido se le puede buscar una salida aceptable para todos.