¡Que siga rulando!
Fue Max Weber quien, en su libro El político y el científico, introdujo la distinción clásica entre quienes viven para la política y quienes, por el contrario, lo hacen de la política. Este es un país donde los jóvenes, investigadores y profesionales cualificados, se ven obligados a buscarse la vida muy lejos de sus familias , donde las mujeres y hombres de mediana edad se hallan condenados al desempleo más tenaz mientras que los advenedizos y aduladores, carentes en muchos casos de la formación educativa más elemental y, desde luego, de escrúpulos de cualquier clase consiguen nombramientos a dedo para puestos pomposos, huecos e innecesarios casi siempre aunque, eso sí, dotados de suculentos emolumentos.
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