Que no te confundan, irundarra; se trata de la ultraderecha (II): ¿qué hacen las instituciones?

Pintadas fascistas en Lakaxita

Bor-Bor Hausnarketa kolektiborako plaza.- Y ante todo esto, ¿cuál ha sido la respuesta de las instituciones hasta ahora? En mayo, la prensa preguntó a la alcaldesa Cristina Laborda sobre las patrullas ciudadanas, y ella se quedó muda; luego, preguntó al jefe de la policía municipal, que también guardó silencio; finalmente, el jefe de la Ertzaintza, Andoni Urdangarin, dio la respuesta: “No nos vamos a preocupar porque algunas personas paseen con un chaleco”. Una respuesta preocupante, en cualquier caso.

En este momento de auge del discurso excluyente, la comunicación que ha llevado a cabo el Ayuntamiento de Irun ha sido engañosa. Cediendo a las quejas de una pequeña parte de la ciudadanía, se ha posicionado en contra del centro de integración Zubia. Hay que subrayar que Zubia es un centro bajo la responsabilidad del Ayuntamiento, y los principales responsables políticos son el responsable del área de bienestar social, Iosu Iguiñiz Echeveste (EAJ-PNV), y la alcaldesa Cristina Laborda Albolea (PSE-EE). En lugar de actuar con responsabilidad pública, se han alineado con los rugidos excluyentes, con el rumor de la ultraderecha. Así, han impulsado una campaña de criminalización contra las personas migrantes pobres. El Ayuntamiento ha comprado el marco de la ultraderecha en lo que respecta a Zubia y, en el mensaje oficial emitido, ha ayudado a consolidar las siguientes ideas:

    1. Irun tiene una “carga” mayor que otros municipios en lo que respecta a la acogida de inmigrantes. Nos suena este argumento, ¿verdad?
    2. Zubia no es un mecanismo para mejorar situaciones de exclusión, sino un “problema” que debe eliminarse. Aunque, si hay problemas, no son con los usuarios de Zubia, sino con aquellos que quedan fuera de sus servicios, es decir: el problema es, en cualquier caso, la ausencia de Zubia. O dicho de otra manera, quienes no tienen recursos no tienen un lugar para dormir ni la posibilidad de comer durante el día. Es lógico pensar que, en esas condiciones, surgen problemas, pero el Ayuntamiento no parece manejar esa lógica.
    3. Si el Ayuntamiento de Irun pudiera, eliminaría Zubia, pero como la ciudad tiene 60.000 habitantes, “está obligado” a tener un centro así.
    4. Quiere ocultar el trabajo de Zubia. Gracias a Zubia, muchas personas han recuperado su modo de vida. Gracias a Zubia, muchas personas comen todos los días (¿de dónde obtendrían comida si no?) y duermen bajo un techo (¿dónde dormirían si no?). Además, realizan programas de integración con las personas y llevan a cabo numerosas iniciativas para establecer relaciones: con el equipo de atletismo BAT o con las Asociaciones de Vecinos, por ejemplo. Todo eso es así, pero el Ayuntamiento, cediendo al rumor de la extrema derecha, prefiere ocultarlo, y en lugar de defender Zubia, lo criminaliza. Pero pregúntate, lector: si Zubia no existiera, ¿dónde estarían sus usuarios? El Ayuntamiento parece creer que simplemente desaparecerían.

 

Podríamos añadir muchos más ejemplos aquí. El Ayuntamiento permaneció en silencio cuando grupos nazis atacaron Lakaxita, o cuando lanzaron un pequeño artefacto explosivo al local de GKS. También ha guardado silencio cuando nuestras calles se han llenado de pegatinas ensalzando el III. Reich y el nazismo, o cuando el frontón de Ventas apareció pintarrajeado con mensajes de odio. Esas corrientes están encauzadas a romper la convivencia y extender el odio en Irun, con el objetivo de allanar el camino a la ultraderecha. El Ayuntamiento de Irun, su gobierno y técnicos, así como la oposición tiene el deber de actuar con responsabilidad pública. Sin embargo, está comportándose de forma contraria. Tanto es así, que calla ante una situación manifiesta, comunica que las actitudes xenófobas son legítimas y abona la tierra para que la ultraderecha pueda extenderse en nuestra ciudad.

Es hora de que el Gobierno Municipal, técnicos municipales, la oposición y todas las demás instituciones públicas (la Policía Municipal, las instituciones vinculadas a los Servicios Sociales, la Ertzaintza...) actúen con responsabilidad ante este asunto. Y actuar con responsabilidad no significa, en nuestra opinión, esconderse tras los muros del Ayuntamiento, permanecer ajenos a los acontecimientos de la ciudad. No se trata únicamente de abordar un asunto complejo como la ultraderecha en comisiones de seguridad o plenos. Tampoco se limita a una mera colaboración con la Policía Municipal o la Ertzaintza. No. Para empezar, hay que dejar de obstaculizar los movimientos antifascistas que existen en la ciudad, porque eso es lo que está ocurriendo. Por otro lado, hay que ganarle la batalla cultural a la ultraderecha, hay que decir que sus propuestas son inaceptables. Que nuestra ciudad no es eso, y por ello, hay que proporcionar a la ciudadanía de Irun herramientas culturales y discursivas para que desarrollen su posición antifascista; para que entiendan claramente lo que hay detrás de las posiciones que vinculan seguridad y racismo. ¿Qué pensará, entonces, el o la irundarra de a pie si el Ayuntamiento no dice nada ante lo que está ocurriendo? Que es normal, ¿qué si no?

Por supuesto, el tejido asociativo de Irun, las asociaciones de vecinos, los movimientos populares... deben actuar con responsabilidad y eso es lo que están haciendo: organizándose para poner un muro a la ultraderecha. Pero el Ayuntamiento de Irun debe actuar con responsabilidad pública, desarrollando un discurso antirracista y explicando las cosas públicamente, con pedagogía, dando a los hechos la importancia que merecen.

De lo contrario, las instituciones acabarán siendo cómplices de los posibles escenarios de odio que puedan surgir.

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