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En el juicio contra Iratxe Sorzabal, las declaraciones bajo tortura y su validez han sido los principales temas de debate. Sorzabal ha denunciado una vez más las torturas que sufrió durante el periodo de incomunicación, como la bolsa, los electrodos y los golpes, y ha señalado que fue a raíz de ello cuando firmó las acusaciones.
Hoy, la principal acusación en su contra, el caso del artefacto explosivo en el aeropuerto de Alicante, lo ha negado, aunque el fiscal mantiene su petición de seis años de prisión. La defensa, por su parte, insiste en que las torturas están acreditadas y pide su absolución. En la última jornada del juicio, ambas partes han ratificado sus argumentos, pero el impacto de la tortura se ha mantenido en el centro de la causa.
En la última jornada del juicio contra Iratxe Sorzabal, las torturas sufridas durante el periodo de incomunicación y sus consecuencias han centrado el debate. Sorzabal ha vuelto a explicar en la sesión que cuando fue detenida en 2001 fue torturada por la Guardia Civil, lo que le llevó a asumir varios delitos. Ante el juez ha relatado, entre otras cosas, que fue asfixiada con la técnica la bolsa, que le provocaron descargas con electrodos y que le propinaron golpes. Según sus palabras, sufrió una «tremenda presión psicológica y física» para prestar declaración y ha reconocido que lo hizo para sobrevivir.
Uno de los elementos principales de la acusación ha sido el artefacto colocado en 1995 en el aeropuerto de Alicante. Sorzabal ha negado que esta acción sea suya, a pesar de que el fiscal ha ratificado las pruebas aportadas y ha mantenido su petición de seis años de prisión. La defensa, en cambio, ha pedido la absolución alegando que las torturas están acreditadas. Y es que, según el análisis del forense Benito Morentin, las lesiones físicas y secuelas psicológicas sufridas por Sorzabal coinciden con los testimonios de torturas.
En el juicio, el fiscal ha señalado que no se puede equiparar un texto de Sorzabal a la anterior declaración de los policías, pero la defensa ha cuestionado que dicho texto sea de Sorzabal y que, aun siéndolo, pueda ser escrito bajo tortura. En opinión del filólogo Iñigo Camino, la traducción del texto presenta lagunas clarificadoras que pueden reflejar el trato sufrido por Sorzabal en comisaría.
Aunque la última palabra la tendrá el tribunal, el juicio ha puesto de manifiesto el peso de las denuncias de tortura y su incidencia en las causas judiciales. La defensa de Sorzabal ha dejado claro que las torturas sufridas durante la incomunicación son inseparables del juicio, lo que condiciona esencialmente el fundamento de la acusación.
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